INSTITUCIÓN EDUCATIVA JOSE HORACIO BETANCUR
CIENCIAS SOCIALES GRADOS 8° A Y B
TEMA: LA REVOLUCIÓN FRANCESA.
Realiza un resumen de las causas y consecuencias de la
Revolución Francesa y responde la actividad que se plantea al final.
La Revolución
francesa.
La Revolución francesa puede ser considerada
como el hecho histórico más importante de Europa durante el siglo XVIII, un
evento determinante para el futuro y desarrollo político del mundo occidental.
Fue una revolución que cambió la manera de ver el mundo y de ordenar las
sociedades. 1789 fue el año en el cual los franceses derrocaron en forma
definitiva a la monarquía. Esta revolución también acabó con el poder de la
nobleza y cerró un nuevo pacto social en el cual la libertad, la igualdad y la
fraternidad serían las líneas a seguir. La restructuración social de Francia
para esta época aseguraría además que la burguesía iniciara su camino hacia la
conquista del poder político.
Causas: Las ideas de la
Ilustración son seguramente el propulsor ideológico más relevante a la hora de
entender las causas de esta revolución. Los pensadores ilustrados como
Rousseau, Voltaire o Montesquieu sentaron las bases de un nuevo sistema de
pensamiento en el que primaban la justicia social, la representación del pueblo
y la libertad, esta última como bandera máxima. Hubo, sin embargo, eventos
sociales y políticos que avivaron la llama revolucionaria, ya bien nutrida con
pensamientos libertarios. A finales del siglo XVIII, Francia mantenía una
estructura social que se conoce como el Antiguo Régimen. Dividido en Tres
Estados (clases sociales), el pueblo francés no había visto aún las posibilidades
de que reinase la igualdad. El Primer Estado (1% de la sociedad) estaba
conformado por el clero, vale decir, miembros de la Iglesia que poseían grandes
cantidades de tierra y no pagaban impuestos. La Iglesia para este momento
“recompensaba” a la sociedad a través de obras de caridad o escuelas de
educación religiosa. El Segundo Estado (2% de la sociedad), conformado por los
nobles, tampoco pagaba impuestos. Los nobles, además, eran grandes
terratenientes. Por último, estaba el Tercer Estado (compuesto por el 97% de La
sociedad), el cual agrupaba tanto a los campesinos más pobres quienes debían
pagar más del 50% de sus ganancias en impuestos, como a los trabajadores y a
los burgueses. Los burgueses, en muchos casos, tenían tanto o más dinero que
los nobles. Eran banqueros, expertos artesanos, comerciantes, profesionales
liberales y por lo general estaban bien educados y muy inspirados por las ideas
de la Ilustración. En las mentes burguesas de los franceses del momento rondaba
la idea de que la carga de impuestos debía repartirse mejor, y que ellos como
grupo social con poder adquisitivo, también debían tener representación en el
gobierno.
Por ese entonces, la población
francesa era aproximadamente de 2.600.000 de habitantes, de los cuales 120.000
pertenecían al clero y 400.000, a la nobleza. El resto de la población, es
decir la gran mayoría, pertenecía al Tercer Estado. La estructura era
inequitativa y por ello, esta situación debía eventualmente cambiar. Claro
está, en este sistema del Antiguo Régimen, el poder político, social y
económico estaba controlado por la nobleza y el clero, lo que provocó un
aumento en las tensiones sociales. La burguesía disputó el poder político a la
monarquía y, aunque los campesinos estaban muy afectados por la carga fiscal,
fueron los burgueses bien educados quienes tomaron la vocería para estas
mayorías oprimidas porque a ellos les convenía mostrar una aplastante mayoría
en la disputa. El inconformismo era generalizado, y era hora de cambiar el
orden político y social tratando de que se acercara lo más posible a los
principios de la Ilustración y el pensamiento liberal. Sumado a la
inconformidad por la falta de representación y una pesada carga fiscal, Francia
atravesaba para entonces una terrible crisis económica. Durante la segunda
mitad del siglo XVIII, se involucró en numerosas guerras continentales y brindó
apoyo al ejército independentista en los Estados Unidos. Esto condujo por supuesto,
a un altísimo déficit fiscal que llevó al Estado francés a la quiebra, pues no
podía sostener el lujo y el derroche de la monarquía, y al mismo tiempo,
financiar sus políticas sociales. Además, los franceses enfrentaron una fuerte
sequía entre 1787 y 1789, que mermó drásticamente la producción agrícola. Los
precios del trigo y del pan aumentaron, la producción textil descendió y el
desempleo tanto en el campo como en la ciudad era muy grave. La crisis Con una
situación política tan desigual y con los alimentos caros y escasos, era fácil
que las clases menos favorecidas se dejasen guiar por la burguesía hacia una
revolución. Un ejemplo claro de ello fue la sublevación popular en París
conocida como “la marcha de las mujeres”. Un gran número de mujeres, armadas
con cuchillos y hoces, marcharon en señal de protesta hacia el Palacio de
Versalles, símbolo por excelencia del derroche y la corrupción de la realeza a
la que poco le importaba la situación que padecía el Tercer Estado. Las mujeres
marcharon en contra de los elevados precios de la harina y el trigo, que
generaban a su vez, un aumento en los precios del pan. Empezaba a hacerse
visible la inconformidad con actos violentos de desesperación. Las mujeres
marcharon valientemente, sin saber que a la larga, no gozarían de los derechos
que otorgaría el gobierno de la Revolución a la población. Ante la situación
tan compleja, algunos ministros le aconsejaron al rey Luis XVI, que gravara a
la Iglesia y la nobleza con algunos impuestos y atenuar así la carga para los
más pobres. Como era de esperarse, ambos Estados rechazaron la propuesta e
iniciaron también una revuelta el 7 de junio de 1788 en la ciudad de Grenoble.
Conocemos este momento como la revuelta de los privilegiados. Indignado por la
protesta de los privilegiados, el Tercer Estado salió a marchar a las calles.
El rey envió sus tropas, las cuales fueron recibidas con violentos ataques de
tejas lanzadas desde los techos de los edificios. Este hecho es conocido como
la “jornada de las tejas” y para algunos historiadores, este momento marcó el
verdadero inicio de la Revolución francesa. Ante la inminente amenaza de una
revolución violenta, en mayo de 1789, Luis XVI decidió convocar a una reunión
de los Estados Generales, para acordar medidas que pusieran fin a la crisis.
Los Estados Generales era una asamblea conformada por representantes de cada
estamento social (clero, nobleza, Tercer Estado y representantes de las
ciudades) y era convocada cuando las crisis amenazaban la estabilidad política
de Francia y esto obligaba a tomar decisiones concertadas. Este encuentro, se
convirtió en la etapa definitiva para dar inicio a la revolución. A la hora de
votar para tomar decisiones frente a la crisis, los miembros del Tercer Estado
exigieron que todos los diputados de la asamblea se unieran y votaran en forma
individual. Pidieron esto para que los miembros de los dos primeros estados no
fueran mayoría ni tomasen decisiones que dieran ventaja a los privilegiados.
Querían ser escuchados y tenidos en cuenta; querían que por fin los acuerdos
beneficiaran a los más pobres.
Una vez más, el clamor de igualdad fue ahogado: la petición fue negada por la
mayoría de los privilegiados, pues estos no querían perder su poder ni su
dinero. Esta fue la gota que derramó la copa: los miembros del Tercer Estado
optaron por constituirse en Asamblea Nacional del pueblo y comunicaron a los
demás Estados que sesionarían con o sin ellos. Algunos nobles y la mayoría de
los miembros del clero se unieron a la Asamblea Nacional. Muchos se unieron por
miedo a ser atacados y otros porque simpatizaban con las ideas burguesas de
reconstrucción del Estado. Como era de esperarse, el rey rechazó la medida.
Presionado por los nobles, el 19 de junio de 1789 ordenó cerrar el salón donde
sesionaba el Tercer Estado y poner guardias para impedir el acceso. Esto no
hizo más que empeorar la situación. En respuesta, los miembros de la Asamblea
se trasladaron a otro edificio, cercano al lugar en el que la aristocracia
solía practicar un juego de pelota; allí hicieron el juramento que se conoce
como “El juramento del juego de la pelota”, comprometiéndose a no disolverse ni
salir de allí hasta que hubiesen redactado una nueva Constitución para Francia.
La Asamblea Nacional se organizó como Asamblea Constituyente ante el júbilo y
el respaldo de amplios sectores de la sociedad. El rey, desconectado de la
realidad, desconoció a la Asamblea Nacional y ordenó reunir en París un
contingente de tropas para la defensa. En respuesta, el 14 de julio de 1789, un
movimiento popular integrado por campesinos, artesanos y burgueses, atacó y
tomó la cárcel La Bastilla, un símbolo de la tiranía real en la que recluían
algunos opositores al régimen. En realidad, el día de la toma, había tan solo
siete prisioneros y todos eran aristócratas.
La noticia de la toma de La
Bastilla se esparció con rapidez por toda Francia, e impulsó revueltas por todo
el territorio. Como consecuencia de estas revueltas, fueron abolidos los
derechos feudales, los diezmos y se expropiaron tierras a la Iglesia. Todo iba
hacia un camino de cambio genuino y definitivo.
Los Derechos del Hombre y de Ciudadano y la Constitución Un mes
después, la Asamblea proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, en cuyo preámbulo se declaran los derechos naturales, inalienables y
sagrados del hombre. Estos son: la libertad, la propiedad, la seguridad y la
resistencia a la opresión. La declaración es de una importancia innegable, pues
dio el fundamento ideológico para la construcción de un estado moderno,
representativo y democrático. A su vez, se promulgó finalmente una nueva
Constitución (1791) para transformar a Francia en un sistema liberal; pasó a
ser una monarquía constitucional. Se dio entonces un paso enorme: se decidió
que el rey obtenía su poder del pueblo en lugar de ser considerado un enviado
de Dios (concepto de derecho divino implementado desde la Edad Media y empleado
con mucho éxito por Luis XIV). Así, el rey ya no tenía poder absoluto. Además,
debía gobernar para el pueblo. Hubo otros grandes avances en esta primera
constitución:
• En lo político: todos los hombres son iguales ante la ley; se
limita el poder de la monarquía; se crea la Asamblea Nacional Legislativa para
hacer las leyes; se otorga derecho a quienes pagan impuestos a elegir los
futuros miembros de la Asamblea Legislativa.
• En lo socio económico: se declaran abolidos los privilegios de la
nobleza; se acaba oficialmente con el feudalismo; se autoriza el cobro de
impuestos según la capacidad de pago; se prohíben los sindicatos; se compensa a
la nobleza por las tierras invadidas por los campesinos.
• En lo
religioso: se declara la libertad de cultos; se expropian las tierras de la
Iglesia; se coloca a la Iglesia Católica francesa bajo el mando del Estado; se
autoriza la elección de obispos y sacerdotes y el pago de un salario mensual.
Con esta constitución se promovieron los ideales del liberalismo político, se
separó el poder en tres ramas: legislativa, ejecutiva y judicial (Montesquieu)
y se propuso la soberanía nacional e igualdad legal entre los ciudadanos. Todos
estos avances demostraban el hastío frente al absolutismo, el profundo impacto
de las ideas ilustradas y el genuino poder de las masas descontentas. También
consolidaban a la burguesía como el motor de cambio social más importante de la
época. Para la Europa del momento, estos cambios eran casi impensables, pero
estaban ocurriendo: una gran potencia (así estuviera quebrada financieramente)
estaba cambiando de manera definitiva su estructura socio económica y política.
Una vez promulgada la Constitución de 1791, la Asamblea Nacional Constituyente
terminó sus funciones y se formó una Asamblea Nacional Legislativa. Su trabajo
era expedir las leyes y normas jurídicas que permitirían gobernar el país bajo
los preceptos ilustrados. Se incluyeron cambios tan importantes como prohibir
el encarcelamiento por deudas y la creación de un sistema de pesas y medidas
para controlar al poder, evitando cualquier indicio de absolutismo.
Preguntas: 1. ¿Qué se puede considerar una injusticia social?
2. ¿Por qué las clases altas se
rehúsan a aceptar cambios sociales?
3. ¿De qué manera pueden los
pueblos o clases sociales oprimidas el derecho de usar la fuerza para imponer
nuevas ideas?
4. ¿De qué manera los
acontecimientos de la Revolución francesa fueron coherentes con los principios
de igualdad, fraternidad y equidad?
5. ¿Qué situación de injusticia social hay en
Colombia que requiera ser cambiada en forma urgente?
6. ¿Cuáles son las razones
principales que hacen que un pueblo se rebele contra un régimen?
7. ¿Si estuviera en sus manos
cambiar algo de la realidad social colombiana que considera injusto, ¿cómo lo
haría?
8. ¿Por qué muchas maneras de
gobernar en la actualidad se basan en las ideas de la Ilustración y de la
Revolución francesa?
9. ¿Qué manera diferente a la que
conoce se le ocurre para gobernar un Estado sin que haya injusticia social?